Talált 14 Eredmények: langosta
Entonces el Señor cambió la dirección del viento, que comenzó a soplar desde el oeste. Y lo hizo con tanta fuerza, que barrió con las langostas y las precipitó en el Mar Rojo. Así no quedó ni una sola langosta en el territorio de Egipto. (Exodo 10, 19)
Sembrarás en tus campos mucha semilla, pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta. (Deuteronomio 28, 38)
Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o epidemia, (I Reyes 8, 37)
Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o una epidemia, (II Crónicas 6, 28)
Cuando yo cierre el cielo y no haya lluvia, cuando ordene a la langosta que devore el país, cuando envíe a mi pueblo la peste, (II Crónicas 7, 13)
¿Lo haces saltar como una langosta? ¡Es terrible su relincho altanero! (Job 39, 20)
me desvanezco como sombra que declina, soy sacudido como la langosta. (Salmos 109, 23)
Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle. (Eclesiastés 12, 5)
Como bandada de pájaros, él esparce la nieve y, al bajar, ella se posa como la langosta; el resplandor de su blancura deslumbra los ojos y el espíritu se embelesa al verla caer. (Eclesiástico 43, 18)
Lo que dejó la oruga, lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta, lo devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón, lo devoró el roedor. (Joel 1, 4)
Yo los resarciré por los años en que lo devoraron todo la langosta y el pulgón, el roedor y la oruga, mi gran ejército que envié contra ustedes. (Joel 2, 25)
Yo los castigué con la sequía y el pulgón, devasté sus huertas y sus viñas; la langosta devoró sus higueras y olivares, ¡pero ustedes no han vuelto a mí! -oráculo del Señor-. (Amós 4, 9)