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  • Y a la madrugada del día siguiente subieron a la parte más alta de la montaña, diciendo: "Estamos preparados para ir al lugar que el Señor ha indicado, porque en realidad estábamos en un error". (Números 14, 40)

  • El sacerdote practicará el rito de expiación en favor de toda la comunidad, y esta será perdonada, porque se trata de un error, y ellos, para reparar ese error, presentaron delante del Señor su ofrenda -una ofrenda que se quema para el Señor- y su sacrificio por el pecado. (Números 15, 25)

  • pero temí que sus enemigos se jactaran, que cayeran en el error y dijeran: ‘Nuestra mano ha prevalecido, no es el Señor el que hizo todo esto’. (Deuteronomio 32, 27)

  • Entonces la ira del Señor se encendió contra Uzá, y Dios lo hirió allí mismo por ese error. Así el murió junto al Arca de Dios. (II Samuel 6, 7)

  • Ezequías, rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria, que estaba en Laquis: "He cometido un error; retírate y aceptaré lo que me impongas". El rey de Asiria exigió al rey Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y trescientos talentos de oro. (II Reyes 18, 14)

  • Todas las naciones de la tierra se convertirán y temerán de verdad a Dios. Todos abandonarán los ídolos que los hicieron extraviar en el error. (Tobías 14, 6)

  • Instrúyanme, y yo me callaré; háganme entender dónde está mi error. (Job 6, 24)

  • Aunque fuera verdad que cometí un error, mi error me concierne sólo a mí. (Job 19, 4)

  • Hay un mal que yo he visto bajo el sol, como error que procede de la autoridad: (Eclesiastés 10, 5)

  • porque se habían extraviado demasiado lejos, por los caminos del error, tomando por dioses a los animales más viles y despreciables y dejándose engañar como niños sin juicio. (Sabiduría 12, 24)

  • Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error». (Marcos 12, 27)

  • Así dejaremos de ser niños, sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error. (Efesios 4, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina