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Así reanudaron la marcha y se fueron, luego de poner al frente a las mujeres, los niños, los rebaños y el equipaje. (Jueces 18, 21)
Entonces la comunidad envió a doce mil de los guerreros, con esta orden: "Vayan y pasen al filo de la espada a los habitantes de Iabés de Galaad, incluidas las mujeres y los niños. (Jueces 21, 10)
Ahora ve y derrota a Amalec. Conságralo al exterminio con todo lo que posee y no lo perdones, mata a hombres y mujeres, niños y pequeños, vacas y ovejas, camellos y asnos". (I Samuel 15, 3)
En Nob, la ciudad de los sacerdotes, Saúl pasó al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y pequeños, bueyes, asnos y ovejas. (I Samuel 22, 19)
Entonces David dijo a Itai: "Está bien, sigue adelante". Así pasó Itai, el de Gat, con todos los hombres y los niños que estaban con él. (II Samuel 15, 22)
Jazael le preguntó: "¿Por qué llora mi señor?". "Porque sé el mal que harás a los israelitas, respondió Eliseo; tú incendiarás sus plazas fuertes, matarás a sus jóvenes con la espada, estrellarás a sus niños y abrirás el vientre de sus mujeres embarazadas". (II Reyes 8, 12)
Todo Judá permanecía de pie delante del Señor, con sus niños, sus mujeres y sus hijos. (II Crónicas 20, 13)
Mientras Esdras, bañado en llanto y postrado delante de la Casa de Dios, oraba y hacía esta confesión, una gran cantidad de israelitas -hombres, mujeres y niños- se congregaron a su alrededor, derramando abundantes lágrimas. (Esdras 10, 1)
Aquel día, se ofrecieron grandes sacrificios y hubo mucha alegría, porque Dios les había dado un gran motivo de gozo. También las mujeres y los niños compartían la alegría, y el regocijo de Jerusalén se oía desde lejos. (Nehemías 12, 43)
Y todos los israelitas que habitaban en Jerusalén, hombres, mujeres y niños, se postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron sus sayales ante la presencia del Señor. Cubrieron el altar con un sayal (Judit 4, 11)
El hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus niños, y antes que los alcance la espada caerán tendidos en las calles de la ciudad. (Judit 7, 14)
Los niños languidecían, y las mujeres y los jóvenes desfallecían de sed y caían exhaustos en las plazas de la ciudad y en los umbrales de las puertas. (Judit 7, 22)