Encontrados 277 resultados para: Babilonia

  • Retuércete de dolor y gime, hija de Sión, como mujer en parto, porque ahora saldrás de la ciudad; irás a vivir en el campo, llegarás hasta Babilonia y allí serás salvada de la mano de tus enemigos. (Miqueas 4, 10)

  • ¡Hala! Sálvate, Sión, tú que habitas en Babilonia. (Zacarías 2, 11)

  • "Haz una colecta entre los desterrados: Jelday, Tobías y Yedayas, y vete a casa de Josías, hijo de Sofonías, que ha venido de Babilonia. (Zacarías 6, 10)

  • Josías de Jeconías y sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. (Mateo 1, 11)

  • Por tanto, las generaciones desde Abrahán hasta David son en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce, y desde la deportación hasta el mesías, catorce. (Mateo 1, 17)

  • Pero llevasteis la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, las imágenes que hicisteis para adorarlas. También yo os desterraré más allá de Babilonia. (Hechos 7, 43)

  • Os saluda la iglesia de Babilonia, elegida por Dios lo mismo que vosotros y Marcos, mi hijo. (I Pedro 5, 13)

  • Y lo siguió un segundo ángel, que gritaba: "Ha caído, ha caído Babilonia la grande, la que ha abrevado a todos los pueblos con el vino de su ardiente lujuria". (Apocalipsis 14, 8)

  • La gran ciudad se despedazó en tres partes, y las ciudades de las naciones se hundieron. Y Dios se acordó de Babilonia la grande, para darle el cáliz del vino de su ardiente ira. (Apocalipsis 16, 19)

  • sobre su frente, un nombre escrito -un misterio-: "Babilonia la grande, la madre de las prostitutas y de las monstruosidades de la tierra". (Apocalipsis 17, 5)

  • Gritó con voz potente: Ha caído, ha caído Babilonia la grande y ha venido a ser morada de demonios, guarida de todo espíritu impuro, refugio de toda ave inmunda y odiosa; (Apocalipsis 18, 2)

  • permaneciendo a distancia por miedo a sus tormentos, y dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte; en un instante ha llegado tu sentencia! (Apocalipsis 18, 10)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina